Thursday, January 05, 2012

Para fondo de Piolín




Un día el corazón se hartó de su parte derecha y se trozó en dos. La herida que se hizo con el cuchillo ni siquiera le dolió, fue como quitarse una verruga molesta de un sólo tajo. El tiempo pasó y el lado izquierdo que cercenó al derecho se encontró con una gran comezón. La comezón siguió y siguió hasta sacarse un chorro de sangre. El corazón sangró y sangró hasta que sólo le quedaban las últimas gotas en todo su cuerpo. El lado izquierdo supo que necesitaba al derecho para sanar, para que como una verruga molesta, le sellara la piel como un parche que mantenía siempre su ser sano, fue ahí cuando recordó a su parte derecha, con las últimas gotas de sangre, y se dio cuenta que la comezón que le causó la herida, donde yacía el recuerdo de su parte derecha, era la evocación del estado perfecto de un corazón: estar completo, con su parte derecha e izquierda. El corazón entendió en las últimas gotas de sangre y recordó que también fue feliz con el lado derecho, antes de secarse y morir sin una gota de sangre.

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