Friday, September 03, 2010

Borrador
De la serie cuentos de marihuana, polvos y balas

Narquicientos
Isadora Montelongo
“allá se compra, se vende,
se mete,

mientras que aquí se dan bala…”

corrido de la novela colombiana

el cártel de los sapos



 La tierra caliente golpea lo últimos pedazos de la boca de Martín. Arranca la piel suave de las comisuras en donde se zampó una torta de la Purísima, deliciosa, cremosa, carnosa, gorda de aguacate. Le miras, con los ojos encañonados hacia abajo. Pinche marica, tan pendejo que era, le dices y escupes a un lado en la tierra seca.
Vomitas.
Te limpias las botas, las sacudes con patadas en su cuerpo, te agradan las botas relucientes.
“Los amigos son para eso. Pa’ limpiarse con ellos”.
Le dejas ahí, por primera vez, le lloras una lágrima y quemas llanta. Te vas a traquetear como siempre, el business debe continuar.
El business, Martín te llevó ahí, te llevó a empacar los primeros kilos de verde monte en una caja, las cajas que acumulabas, entre más empacaras, más ganabas para darle a tu mamacita para la comida del día. Los frijolitos, chile y tortillas bien calientitas.
Salían de la primaria, apresurados, a veces sin comer, corrían con las mochilas en las espaldas, dejando su niñez en una bodega de la colonia, la ferro, ahí se criaron, con cinta canela, cajas y un cerro de mercancía.
Se duermen en la escuela, tu madre pregunta por ti cuando la directora manda hablarle por tus ausencias, te van a echar al DIF. Te niegas, aprendes a mentir como los hombres, cuando escuchas los peores reproches que taladran tu pequeña cabeza, aprendes a mentir y a decir No.
No, yo no soy, no, yo no hago, no, no, no, no….
“No puedes decir que no”, les dice el patrón, cuando de instrucciones del Gran Señor se trata, sólo debes seguir las órdenes sin hacértela del pendejo. Si no, amaneces en pijama de madera.
Aprendes con el tiempo a cargar un fierro y a pegar balas. Aprendes con el tiempo que los días de la vida, los tienes contados y cada uno, vale la pena más sangrienta.
A Martín lo han pillado con miedo, lo han visto cagarse del terror, lo han visto arrepentido a llantos, Martincito o se agarra los huevos o en un día de estos nos hunde.
“Éste va a rajar” con los contrarios, con el ego del Gobierno, con la mismita señora chingada.
Martín ha fallado las últimas ráfagas, las últimas muertes se le han escapado por el arco del triunfo, a Martín le toca castigo.
Te lo llevas contigo a un encargo, rodean la casa, informan, comen una gran torta, anuncian que los del otro comando acaban de salir, esperan vengar una muerte. Sacan las armas. Martín está cansado de vivir así. Ni infancia tuvo, menos una adolescencia. Más dinero, mi’jito, le dices, más dinero, y para tenerlo, hace falta escalar en este negocio.
Disparan, entran, rodean, dan las órdenes: pasillo izquierda, derecha, centro, y un río de sangre navega de golpe a su cara.
Suben rápido a la camioneta y huyen.
A Martín le atravesaron, se desangra como perro de pelea, le dices que aguante para meterle aguja y sutura. No espera.
A Martín, amigo, lo  echas a la orilla de la carretera. Limpias su sangre y te vas.
El business siempre espera para continuar.

1. La ratina me dijo que le dio nostalgia Montehell y cómo no, si se pone a aescuchar puro azote, con el poder del norte, pesado, intocable, etc, esas rolas me encantan, pero me azotan con madre.
2. Hoy leo poesía en silencio, a ver si se me pega algo de sensibilidad.
3. Trabajando en la novela, again... necesito, ahora que ya ando más despejada de la novela en sí, practicar la narrativa porno y erótica, again.
4. No terminé el cuento para mandarlo a play boy chale... hasta el otro mes a ver si ahora sí.