Friday, March 04, 2011

Chuy

De la serie Mariguana, polvos y balas





No es que no me guste que me pegues en las nalgas…sino que me da pena, dice Yolanda, cuando Pepé se la trata de coger y la sube sobre su flaco vientre para llevarla a su salpullido pene que espera con ansias la tibieza y suavidad de las nalgas de la jovencita bajo su pantalón caqui del uniforme de la secu.

La chica se resiste, se acomoda la falda cuadriculada del uniforme, se ríe nerviosa, mira hacia todos lados. Alguien nos puede ver, mejor hubiéramos ido a un hotel, dice, pero calla inmediatamente, creyendo “los te quiero” que el muchachito más popular de la secundaria le dice a cada oportunidad.

Pa’ la otra te llevo a uno con madre, namás que el Chuy me dé jale.

No me gusta que te juntes con ese Chuy, le dice Yolanda suplicante y chantajista. ¿De qué va a tener ese trabajo? De nada bueno… no quiero que te juntes con él, ¿sí sabes, verdad?

No pasa nada, no pasa nada, además ¿tú qué sabes?, si ni lo conoces, el Chuy es buena onda, ese bato es camarada, namás hace encargos y la gente piensa que es rata de no sé qué, le dice Pepé cuando trata de empujarle las caderas hacia su vientre bajo. Ya ves, nos prestó su carro para venirnos un ratito. Es pura neta.

La chica cede al final tras los empujones de las manos de Pepé. Se acomoda sobre la pelvis del chico, siente crecer algo debajo de su pantaleta blanca, se sonroja, se inclina y se prende en un beso que le arde hasta la lengua y le deja los labios palpitantes. Quiere tener su primera vez, aunque sea en la parte trasera del auto de Chuy y no en un motel.

Pepé le quita la blusa blanca del uniforme, la mira y tiembla. Ella se retira de su boca, y le hace prometer que no se meterá en problemas como su amigo.

¡Ta’ bueno hombre!, dice él.

¡Pero prométemelo!, le recalca ella, antes de comenzar a quitarse el sostén. Él, torpe, intenta despojárselo apresuradamente. Quiere tocar los pequeños, redondos pechos con pezones rozados, deslizarlos entre sus manos, chuparlos con cada una de las yemas de sus dedos.

Yolanda lo mira, y se encaja poco a poco, le duele, y él es dulce, tierno, preocupón ¿le doy despacito? Pregunta. ¿Te duele?. Sí, contesta ella. Poquito. No mucho. ¿Me paro? Le cuestiona él. No. Síguele, así, así, le ruega ella. Ya mero entra. Jadea.

Se siente calientito, le dice Pepé, mientras se sumerge dentro de Yolanda, nada hacia adentro y afuera. El auto se mueve como un bote en las oscilantes aguas del mar, ellos imperceptibles, continúan.

¿Me quieres? Le pregunta la chica. Dime que me quieres.

Te quiero. Si ya sabes… ¿pa’ qué me preguntas?

Pos’ no más, quiero que me lo digas, se oye chido. ¿Te gusta?

Sí, la mueves chido, dice Pepé, cuando Yolanda se menea sobre él, despreocupada de las nalgadas provenientes de su mano. La chica ha aprendido rápido la naturaleza del amor. Se mueve inmediata, salvaje y natural. Tiene la confianza de que su novio le quiere y le es fiel, que no andará por los mismos caminos que su amigo, que no robará como dice la gente, que Chuy roba autos y que un día tendrá dinero para llevarla al cine y a un hotel.

Pepé le promete cosas, estrellas, lunas y no portarse mal, ni andar en pasos chuecos como sus amigos.

Chuy, llega a su carro, chifla, sin mirar para adentro de las ventanillas polarizadas. Se recarga en la parte delantera del auto. Enciende un cigarrillo. Espera.

Pepé entiende que su novia y él deben de vestirse aprisa y retirarse, que se puede hacer tarde para quedar bien con su primer día de chamba. Besa a la muchachita, le dice “te quiero como no he querido a nadie” La chica hace grande la sonrisa, se acerca a él, lo abraza y le susurra un: “yo también”.

Salen del auto.

Chuy los saluda.

Pepé le pide un aventón para la casa de Yolanda. Su amigo accede y maneja el auto que aún tiene las caricias calientes. Yolanda va sentada en el asiento trasero, hace sueños de los recuerdos de los recientes hechos. Chuy no habla.

Pepé le dice por dónde ir.

Yolanda baja, y se despiden con un gran beso. Recuerda lo que me prometiste, le dice a Pepé antes de irse por la calle hacia su casa. El chico la abraza, y le contesta: “ya sabes que sí” “te quiero, y un día de estos verás que hasta traigo dinero y te llevo al cine y a un hotel” La mujercita se sonroja. Se despiden, después de pasar una mañana de escuela, donde hicieron el amor por vez primera.

¡Qué joto! Le dice Chuy cuando Pepé entra al auto. ¿Entonces qué…? ¿Ya te rajaste?

¡A huevo que no!, le contesta Pepé con la adrenalina suficiente para hacer su primer encargo después de hacer el amor.

Chuy maneja y da un cerrón a una camioneta. Pepé se pone un pasamontañas y sale del auto para cumplir con su primer día de trabajo.


Jajaja. Tengo chingos de no ver a este pelado en concierto.
Bueno. Al menos ya no son drogas, pero el alcohol hoy,
el alcohol si me hará volar.
1. Escribir no es nada fácil. La paso mal.
2. No gané por segundo año consecutivo otra convocatoria de beca. Ya no me enferma tanto.
3. No me siento bien con el ritmo de trabajo que tengo en mi vida. Bueno, ya no tengo vida.
4. No he cogido en un largo, bueno, ya mínimo uno corto, pero en un largo tiempo.
5. El amor me vale queso.
6. La amistad, ya qué, me vale queso.
7. El queso me gusta.
8. Qué chingados, jodidos, reputeados días de quejas y malestares. Balas y muertes. Bloqueos y cortos circuitos.
9. Lo que necesito ya merece ser una obligación.
10. Puta madre. No quiero ser la sombra de nadie, el jodido pedido, la letra que ni le pagan.
11. Gracias a los que sí me buscan porque  no me conocen en persona, pero me siguen las letras. Amén por ello. Vale, vale. ;)