Monday, November 17, 2008

La perversidad en el perverso.

La perversidad es aquella maldad que el perverso aplica sin respeto a los demás o conciencia de la otredad. (Los perversos)Se ven a sí mismos como seres exuberantes y astutos. Sade se preguntaba cuál era la utilidad de vivir refrenando los impulsos innobles y malvados: lo mejor y más fácil es darles curso y utilizar luego la inteligencia para escapar al castigo.
Así como el cristiano ha de imitar a Cristo como ejemplo supremo de sumisión a la Ley y mansedumbre, el perverso se regodeará en la trasgresión y rebeldía ante todo lo instituido y reputado socialmente como valioso. Incluso el amor, para ellos es un tema de sátira o burla.
Los perversos necesitan por lo menos un neurótico cerca para marcar sus diferencias y establecer su superioridad. Estos imitadores de Lucifer viven de aquellos a quienes demuestran y a quienes burlan continuamente. El marqués lo dice en alguna parte: no vale la pena producir placer en los demás porque suelen fingirlo hipócritamente, es más seguro producir dolor porque, en ese caso al menos, uno puede estar razonablemente seguro de qué es lo que está produciendo. Y es debido confesar que también todo neurótico necesita cerca a alguno que pase por perverso para espeluznarse y escandalizarse a gusto y poder decir "yo no soy como ése". Entre los dos hacen uno, que no es poca cosa.
El placer en la humillación es un buen ejemplo: Piera Aulagnier lo considera uno de los logros de la perversión: transformar la humillación en valoración narcisista, lo mismo que el dolor en placer, etc. Lo que no logra es transformar el horror y por ello lo reproduce adoptando, como decía Freud, una actitud activa en vez de pasiva.
El perverso sin duda, se siente libre ante sus perversiones; sin embargo estas no pueden ser llevadas a cabo con gente “normal”, con lo común y simple, con aquello que escapa de su entendimiento.
Los perversos, hijos de Lucifer, pobres perversos, atados sin duda por el placer y el goce que les produce la otredad, si los pusieran en una isla, nadie vería sus perversiones.