Tuesday, September 13, 2005

Hoy se cierra el 33


Y María se moja las ganas en el café…
tres cruces, una en la frente, la que más dolió;
otra en el pecho, la que le mató y otra en el noticiero…
Mecano

Ya se están cicatrizando las tres cruces, ya sólo me duele el ojo hinchado, las rodillas moradas y el labio partido por el chingazo de anoche, todo sanado desde antes por los besos de S. (alias cadillo). México ya no huele a Salvación, México ya no es recuerdo de cabellos largos y labios gruesos, México es México de sí y México ya no es pretexto de seguir andando entre maletas. El primer golpe, ni siquiera lo recuerdo a no ser por la voz asustada de V. ni siquiera sabía que el cuerpo se me desconectó y fue a parar al suelo sin mi permiso. Necesité agua fresca como cuando sentí su cuerpo a distancia del mío en el cuerpo de alguien más, no pude beber como aquella vez, me ganó el cuerpo cansado de llanto y me quedé en la cama en un colapso más voluntario. El otro fregazo, lo pude prever en el subway, lleno de manos de apoyo y alaridos de ambulancia; como cuando papá me dijo: ya no te quiere mija y me abrazó como sabe un padre hacerlo y se curan las heridas y se respira y uno ya no se siente solo. Gracias a la última cruz, la del conocimiento de no saberse engañado, esa no necesité más cura que la pura lógica, como sé que los moretones que aquí viven por ahora, se irán en menos de una semana, así sé que el amor vuela a otro lugar, tal vez fuera de México. Por ahora se cierra el 33 y los cruces de navaja dejan de arder al tres por tres.

Pd. Gracias por lo dulce

El basement

He vivido en la casa de los besos, en el abrigo del amor. Todavía camino por las piedras, por esas calles del centro de Monterey, huelo tus cabellos y pienso en ti dentro de mi casa.


El basement
Esta última semana he vivido en un circo. He pensado seriamente en vender algunos boletos para que el público visitante vea a la fabulosa criatura que se pasea en pelotas sin ninguna inhibición. Y es que la verdad Mr. Mark me lo advirtió, no le puse atención a su acento, perdí el hilo de la conversación cuando me dijo el precio del basement y se acostaron los nervios de la preocupación que tenía desde que llegué a Toronto, porque se ha de saber que no es fácil conseguir un lugar para vivir, cuando sólo lo buscas por un mes. Además la idea de vivir sin room mates me llenó de felicidad y es que no es que Natalie haya sido una mala compañera de cuarto; pero levantarse en la madrugada con la cagada razón de haber tomado mate una noche antes y encontrarte que esta su novio japonés cagando en tu baño, como que se te quitan las ganas de vivir con alguien más y sobre todo que entre colas no son colas de familia. Ahora estoy aquí en mi cocina, mientras escucho las rudas articulaciones de los espectadores japoneses y no me refiero al novio de Natalie, porque eso muy a penas se le podía llamar sonido o intento de gemido.

El Colchón

¿Qué vine a hacer aquí en Canadá? Lo sabía antes de llegar, pero la rutina te consume, una rutina distinta, cosas que nunca había hecho. No me di cuenta hasta que Laura lo mencionó: “teporocha”, neta ahí estábamos por toda la calle de Dupont cargando un maldito colchón como teporochas, porque yo dormía sobre cartones que amortiguaban la estadía de un pobre sleepingbag y ante la oportunidad de dormir en un colchón para abrigar a mis huesos, no tarde en llamarle a Laura para decirle que había mubles tirados en la calle que podíamos agandallar. Laura no tardó nada en llegar a la estación y como guerrera experta carga bueyes “tipo China la guerrera” que pone en marcha sus hulkeros brazos y me ayudó a cargar el colchón hasta mi casa. No manchen, teníamos las caras rojas donde las tripas se nos iban saliendo por la boca. Punto número uno, queridos jóvenes lectores y pañaleros que todavía mamá les arropa, no es fácil vivir sin lo indispensable, sin colchón, sin sartenes, sin lo elemental, pero está con madre el riesgo. Y Punto número dos, por un maldito colchón me di cuenta que ya no podría vivir en casa con mis queridos viejos…
Un abrazo para Ana “la vulpes” que mantiene a su chipotillo guerrero Mariel y a Orfa que también mantiene su casa de realidades literatas. Felicidades chicas por ser guerreras jóvenes. Y las eternas gracias a Laura la Guerrera.