Monday, December 26, 2011

Boomerang


Por Isadora Montelongo
(Borrador)


─Dios te bendiga, a ti y a tu cabeza llena de humo, ─ me dijo Cassandra, cuando me colocó un beso en la mejilla antes de salir por la puerta. No reclamó lo que ella venía pensando desde hace meses y todas sus amigas me reclamaban cada que venían a casa y se emborrachaban junto con ella.

“Eres el pedazo de mierda más pendejo que conozco”, “la vida te va a regresar lo que mereces como un boomerang” “ya lo verás cuando te encuentres en la calle y sin Cassandra”.

Yo no tenía miedo de encontrarme en la calle, al contrario, era la calle donde permanecía vendiendo motores de agua que fabricaba con latas de aluminio a no tener el dinero para comprar el material que necesitaba. La teoría no era que Cassandra me dejara, la teoría era que ella y yo nos haríamos millonarios con la patente de los motores robot.

─¿Quién necesita una cochinada de estas?, Cassandra no comprendía que con uno de esos motores en forma de boomerang, podría evitar el número de autos que funcionaban con gasolina a lo largo de la calle. Ella era una chica guapa, estudiaba para modelo y tenía poca esperanza en el futuro. Ella no sabía que el aparato en forma de boomerang, sería el primer utensilio para fabricar un balance de los nuevos autos que viajarían sobre el aire. Cassandra era quien tenía la cabeza llena de humo. No sabía lo que nos deparaba el aparato en forma de boomerang. No sabía que el mundo podría cambiar con tan sólo una vuelta en el aire. A ella sólo le importaba pagar la renta, tener buen sexo y ser la siguiente súper modelo vegetariana.

Cassandra se arrepentiría cuando yo fuera millonario y pudiera comprar una súper modelo para cada día, ella vendría rogando con sus lágrimas negras a pedirme perdón y a depositarme besos en las mejillas, como el último beso que me dio antes de salir por la puerta de la casa.

Cass no llamó en los siguientes días, ni un mensaje dejó cada que llegaba de la calle sin el éxito de vender un motor. Cass me dejó arrinconado mirando su fotografía al lado del teléfono. Un día encendí el televisor y ahí estaba, parada al lado de un juego de palabras, tratando de hacer que los telespectadores llamaran.

Llamé.

─Hola, bienvenido ¿con quién tengo el gusto?

─Soy yo

─¿Listo para participar? Tenemos que formar una palabra, cuál crees que se formaría?

La boca de Cassandra no dejaba de sonreír, ella sabía que podía decir cualquier cosa, como: “¿Crees que así llegarás a ser modelo? ¿Cuántos años pasarán para que te dejen subir a otro nivel? ¿Qué no sabes que en la televisión hay mafias?

─…

─Hola, ¿nos escuchas? Puedes ganarte 20 mil pesos si nos dices en este instante la palabra, de hecho mi productor nos está diciendo que aumentamos la cantidad a 35 mil pesos, imagínate qué podrías hacer con ese dinero, podrías hacer lo que tú quieras, hasta motores de agua.

Cassandra me reconocía la voz. Sabía que era yo y no me dejaría ir tan fácil como yo creí.

─Muy bien, ¿cómo te llamas?

─Ricardo

─Ricardo, qué gusto, mira, te puedo dar una pista, la palabra comienza con “b” ¿Puedes adivinarla?

Cassandra sonrío tras el televisor, con esa sonrisa de boomerang que no podía dejar de ver cada que amanecía al lado de mi cama. Cassandra no sólo era quien sostenía económicamente la casa y me dejaba andar todo el tiempo en la calle y en el taller de casa donde el verdadero motor de mi vida era ella.

─Sí

─Espera, Ricardo, qué suerte tan buena tienes, me acaban de avisar que si puedes adivinar esta otra palabra, te llevas 60 mil pesos.

El dinero que necesitaba para hacer un gran modelo, estaba ahí, ante el televisor, al lado del fabuloso cuerpo de Cassandra. Ella sólo miraba directo a la cámara y yo la veía como cuando me miraba trabajar en el taller de casa y me depositaba luego un beso en la mejilla y se iba a la escuela y al trabajo, y yo, me quedaba haciendo motores en forma de boomerang.

Cassandra era no sólo una modelo que aparecía ya en televisión, no sólo era el motor de mi vida, sino el boomerang que necesitaba para poder andar en mi proyecto.

─Ricardo ¿listo para adivinar las dos palabras y llevarte esos 60 mil pesos?

─ Sí

Una alarma sonó dentro del programa. Y Cassandra avisó que los 60 mil pesos se habían multiplicado, si yo atinaba a formar una tercera palabra con las que se formaban en la pizarra del estudio.

─Ricardo, si adivinas la tercera, te puedes llevar el dinero multiplicado por 2 ¿Cuáles son Ricardo?

─ Boomerang, amor y tiempo.

─Muy bien, Ricardo, te acabas de llevar 120 mil pesos, por favor, no nos cuelgues.

Cassandra me había bendecido, aunque yo tenía la cabeza llena de humo por dejarla ir. Cassandra sólo me había regresado amor tras amor como un boomerang que sólo regresa a las manos de quien lo lanzó tan frío como un robot hecho de aluminio.

Esperé a Cassandra en la televisora cuando fui a recoger el cheque y me besó la mejilla dulcemente como siempre.

─Te bendigo, Cass, pero tienes la cabeza llena de humo por regresar conmigo, mi amor.