Tuesday, October 18, 2005

Felicidades morrito...y hasta que suenen las campanas


Cómo me gustaba Julieta, en ese entonces todo venía en otros nombres desde amarla en secreto. Hasta vivir en la confianza que me amaba tras sus ojos risueños. Tan risueños como mejillas con hoyuelos. Lo vi bajar del camión, como la primera vez que lo vi, que hacía como la primera, porque esos hoyuelos los había visto antes de llegar a la Universidad, una avenida antes, dos, tres y juraría haberlo visto en casa como deja vù montándome en su mirada. Esa de ojos tan negros y vientre de fuego, que quema. Dos, tres y regresé de lo ya visto, una mirada y más cerca, dos miradas y el clásico te pareces a una amiga que tengo. Conversación de cambiar teléfonos. Nunca habló, le hablé una vez, bajista, menos mal, porque en ese entonces tenía en el bolsillo a un guitarrista, un día más de zorra y lanzaba al estrellato a la banda junto con el incógnito baterista que rondaba desde hace años. Músico, pensé, sin lana y de seguro por guapo todo un puto don Juan, le agregamos al tiempo charlas de msn, tal vez un año, dos, no lo sé. Una visita a un café en su horario de trabajo, una caminata aburrida, la duda que tenía de su sexualidad en un salón de salsa, la respuesta a ello, las platicas de sexo, los programas de macro, la famosa salsa de por su casa, la música. Y una amistad. Sin tantos amores perros, como le sucedía con B-la loca, con C-la novia, con x o y como le creía por dinero. Las noches un mar de oleaje turbo que a veces me traen recuerdos… que le traerán recuerdos de ellas, de su vida, porque tan jarioso como tierno, como Julieta de Romeo. Eterno al placer, del romance eterno, de esas quejas internas por querer ir más lento, repulir sus manos sobre ellas, su pecho, cuerpo y arma introduciendo tras cada aliento. Tiempos de más, facilidad es la palabra que hoy me falta y que hace tanto no comprendo, no tengo más que un vago sentimentalismo dulce y triste, pero viejo, viejo como él, viejo como el sabor de viejas lágrimas… porque sé que me gustaba y me gustará a pesar de que ya sea dos, conjunto de amor. A pesar de que se case y como una tarde como cualquier tarde gris se me fue lejos… me Gustaba Hernán.Cómo me gustaba el morrito moreno que ya se casará.
cursivas: canción de Delgadillo "Me gustaba Julieta"

Y sigo como comezón, friegue y friegue

desde el balcón
Y se piensa, qué bien, está allá, cumpliendo sueños, siendo un gato sin pelo, desnudo y sin dinero. Ayer me llamó Robert, ahora se va para España a dar clases de inglés, ¡cuánto chingados he cambiado! Puedo recibir llamadas, tengo una casa amueblada, tengo comida en el refri, tengo la cabeza pesada de ideas, una tina de baño, seis canales en tv, una guitarra y la soledad tranquila, todo lo que quiero, pero no me gusta esta ciudad. Según el Irish es una ciudad conservadora, una de nariz estirada que no me deja entrar a un antro si no llevo tacones. Gatos sin pelo en tacones, le pregunté en 38 minutos de una conversación en idiomas mochos, y es que qué más da, sigo extrañando Toronto, extraño al coquish; al cadillo; a la hermana del cadillo (Vane); al Edgar, al Kenta, a Mr. Mark, al D. O. y su refrito sarcasmo canadiense; a las maestras Danielle y Clelia, a la gente en el metro, a todos los homeless que me conocieron después del fregazo en el metro; a mi racoon, que tiraba la basura; a la plaga de ardillas…
extraño como dice Robert, los abrazos de los nuevos say hellow. Esta es mi casa, la de mi hermano como mía, mía es la sangre que nos diferencia de los gustos, yo aquí, ahora él en Toronto y sigue queriendo a Calgary… pero ¿qué hay de Monterrey? Eterno refugio de recuerdos. desde la cocina