Thursday, September 14, 2006

Le estuve insistiendo mucho al muppet sobre mi tatuaje en el seno izquierdo, ese que dirá: Yo no voy a morir, con letras negritas que aprieten la cintura de mi seno, que casi se me sale sofocado de tanta estupidez, de vergüenza y de dolor. ¿Cómo diablos soy tan estúpida? ¿cómo? Si yo la recuerdo diciéndole madre con tanto amor, tan apegado que lo dejaba volando en la falda del uniforme de la secundaria, si yo las recuerdo siempre acompañadas una de la otra. Mis reencuentros en el ruta 23 me han traido muchos conflictos, pero no dolor como el de la mañana. Me encontré a Graciela, después de casi 7 años de no verla, al parecer la última vez que nos vimos fue en las votaciones de hace seis años, la vi acompañada de su madre. Señora simpática y muy a la Pancho Villa, fuerte de carácter y recia en sus decisiones, pesadas como lluvia ácida. Ya ni se me salió la sonrisa de encontrarmela de tanto tiempo, después de lo que me dijo: Mi madre murió en marzo 31. Yo no voy a morir, le dije al muppet, mientras recordé lo estùpida que fui con Chela, preguntándole cosas de la muerte de su madre que no vienen al caso. Maldita estùpida por no saber qué decir, maldita estùpida por no reconocer que mis encuentros del 23 me han traído dolor y decepción. Yo no voy a morir. Y si lo hago, no será en el 23 como le pasó a la madre de Chela.