Wednesday, December 07, 2005

De ardidas y frustradas memorias

Será que todos nos sentimos así, será una soga que rodea el pecho, será la maldita circunstancia que moja, sofoca y me hace mirarte. A ti porque rapeas como hubiera querido de más joven; a ti que escribes sistemáticamente aunque se te acaben las palabras, pero que no dejas de escribir; a ti que todos te respetan por tu presencia que pesa; a ti que tienes más huevos que muchos regios; a ti que tocas la guitarra como te rascas los huesos, a ti que no eres yo.
Hoy, Yy me dijo algo que fue el aire que respiré muchos años, aún encuentro pedazos de tierra. Quiero ser escritora, quiero ser editorialista, quiero ser lingüista, pero sólo yo lo veo. Nadie más. Nadie me ve con esa capacidad de ayudar a formar aquel proyecto del que habló la vulpes mayor, aquella edición de poemario que hizo la pulcra, o aquella revisión de textos de la que me enteré después de meses, o el caso de estar en la los links de amigos y no de esos colegas profesionistas que les nombran escritores regios. ¿En qué lugar estoy? En el que yo sólo veo, y en el que encontré con una oportunidad:
Me senté al lado de Bob a leer los textos que dejó la maestra de la U of T, entré como cualquier otro al seminario y en lapsos mi cerebro dejó vibrar mi lengua, desde ahí, dejé memoria. No en vano me pasé por el arco del triunfo la carrera de letras un semestre antes y con promedio, no en vano vine acá sin ayuda de papá, no en vano aventé mi frustración por ver tus triunfos y me dejé de mis propios miedos, no en vano sufrí el dolor de saber que no soy de ahí, como tú. Y quién soy, sé que no soy tú.