Monday, March 19, 2007

Últimamente me paso los días viendo los videos de Shakira en Noruega, en Finlandia, en Rusia, en Toronto, en Turquía y demás partes del mundo…. Y sigo pensando que tiembla el español en las lenguas extranjeras, y me emociona el idioma que hablo. Recuerdo aquella vez cuando trabajaba con las mininas brasileñas, recuerdo esa confesión en Toronto en la casa de la familia indú a la que le limpiábamos las alfombras. Yo recogía las pelusas con la aspiradora, mientras Sasha me pedía que le enseñara español. ¿Español? Realmente una chica con residencia por padre canadiense quería aprender español, viviendo en un país semiextranjero para ella, donde se habla inglés, ¡cuál era la necesidad más próxima de Sasha, sino sentirse parte de Latinoamérica! Sasha Centauro, parte Canadá, parte Brasil. Se mantenía siempre en el barrio brasileño hablando portugués, pillaba muy poco el inglés y quería aprender español, tal vez por algún chico, un vecino, una fiesta, una herida con la demás masa hablante en Latinoamérica. Pero Sasha necesitaba ese espíritu que la mayoría de los Americanos del sur, centro y México tenemos.
Sasha me generó el entusiasmo por mi rabia silábica, por repetirle todo a Mr. Mark como niño pequeño y dibujar uno y más animales, cosas, objetos, etc., de la forma más básica y pedagógica para que me entendiera y aprendiera: repetición, oralidad, mnemotecnia, lógica, razonamiento. Proyectándolo al caos, para que partiera su conocimiento en partes mínimas y las volviera a reunir al final de la clase. Muchas veces no lo logré, pero cuando había comunión, era tan embellecedor. Actos como el de Shakira, son un mensaje (al menos para mí), siempre Sasha cantaba la canción de octavo día de la cantante en cuestión, cantaba no en la versión brasileña, sino en español, y sino sabía, tarareaba y se ocultaba en el sonido universal, pidiéndome después ayuda.