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De la serie
Lo que las chicas hacen II

Por

Isadora Montelongo

Te has depilado el sexo, para que lo pueda lamer a sus anchas y con todo lo recto de su lengua. El sexo rasurado a los hombres se le ve más grande ¿a las mujeres también? Piensas mientras el joto que te lo depiló por primera vez, te pide que te pongas talco en tu parte que está roja como una reunión de hormigas, has soportado los estirones de las bandas de cera caliente, y el escudriñamiento que te han hecho como si llevaras una carga de coca ahí dentro. Te has puesto las pantaletas y piensas en dónde comprarás los comestibles para prepararle la cena: Bistek con gravy de champiñones, vino tinto y un pudín de chocolate. Te ha dicho que llegara temprano, has puesto la mesa: servilletas, velas y un incienso de canela. Te emociona tenerlo cerca, te entusiasma que se quede toda la noche, te encantaría que te acaricie la espalda y duerman abrazados durante las horas de madrugada. Estás enamorada. Tanto, que sabes que te ha pedido el sexo depilado y suave como nalgas de bebé. Para besarlo, comerlo, tenerlo, y llevarlo hasta su garganta donde salen los te amo. Es como darte un anillo de compromiso, piensas mientras sonríes, tan lindo, que se preocupa por darte el mejor placebo. Te ha dicho que así se siente más. Llamas nuevamente mientras te miras al espejo, lo bonito que te ha quedado, y lo mucho que le gustará tu sexo depilado. Hasta tú así, lo deseas, se siente jodidamente suave. El teléfono suena, contesta, esperas decirle que tienes una gran sorpresa, mientras frotas seguidamente hacia arriba y abajo, estás caliente, jadeas, como la última vez que se detuvo su boca y se quejó de tragarse un vello , no te da tiempo de sorprenderlo y él, cancela hasta la semana siguiente por el partido de futbol que ve por el televisor. Cuelgas, terriblemente caliente con tu sexo depilado. ¡Pinches hombres!