Friday, May 26, 2006

Tuve la camisa negra

Encontré este desecho que escribí hace un buen, cómo cambian las perspecctivas, encontré este, cuando :
sí, wey, sí supe
sí supe,
en Aguas te metiste en un motel.
donde marcaste la transición,
sí, wey, sí supe
en Aguas me dejaste de querer. ´
sí wey, sí supe
al menos por mí, ya no tengo nada qué decir...

Yo también tengo historias patéticas que se llevan la noche:

Hoy fuimos a un cine fuera del centro de Calgary. Sólo 2.50 bucks para entrar a un antiguo, casi teatro-cine, que me recordó al cine Montoya en donde mamá nos llevaba a ver caricaturas, cerca de la Alameda de Monterrey. Siempre me he remolineado en el aroma a palomitas, esta vez no fue la excepción, y me acomodé en mi butaca para ver a The corpse bride. Película de Tim Burton, quien me ha gustado tanto desde que leí su libro “La melancólica muerte del chico ostra”, y me gusta no sólo porque relata historias de chicos disfuncionales, de mounstrillos rechazados por lo “normal”, sino porque siempre como sus personajes he tenido ojeras, dedos largos, flacos y de falanges abultadas, mirada perdida y después de la adolescencia el alma muerta.
Lloré, no lo niego, lloré durante la función, lloré porque me he negado a ser la muerta que soy. Busco resolución de un corazón enlodado por desamor de tres que ocuparon el alma, el cuerpo y el tiempo; dos golpes de traición y la geográfica distancia de quienes quiero en la tierra de los vivos. Resolución que como dedo en palomitas, como cadáver en cajón, dejé cremadas en la venganza y en el dolor. No más. Nunca más…
Han sido tres las oportunidades que me han dado, la primera a los ocho años en un quirófano de hospital de gobierno, la segunda en un intento de suicidio provocado por alcohol, la tercera la presión que presiona y baja y alenta el corazón. Oportunidad que tengo para ser un muerto con disfraz de vivo para reivindicarlos, quienes dejan de vivir en la tierra para que los vivos la disfruten, como los muertos lo hicimos. He vivido hasta que vi más inocencia en este mundo, ahora me voy feliz para vivir mi parte.

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