Creo en el amor de un niño. Él me invitó a tomar un helado, yo, no fui.
Y es que fue curioso. Durante el trayecto en el auto, escuché la canción
Yo no nací para amar del Juanga. Acepto. Me voy. Me fui y no me voy a ir.
No lo voy a dejar, cuando realmente sea él. Quizás te busque, quizás, te voy a tomar por detrás cuando te vayas, como un chaleco antibalas serán mis brazos en tu pecho y se me va a romper lo niña que hay en mí. Porque cuando te vayas, será porque querrás probar cómo se escucha el dolor quebrarse dentro de mí, y ya no será compasión, será amor la razón por la que te quedes y dejarás de ser niño, también, y dejaremos caprichos, yo porque siempre los dejo ir, tú porque siempre te ibas. Y nos vamos a mirar, cuando te des la vuelta y enfrentes, que no eres ellos, los de mí. A los que dejé ir.
Y me acordaré y te contaré de un día que iba en un auto, arrepintiéndome de la invitación de un niño, cuando escuché. Yo no nací para amar. Y si cabe la posibilidad, me quedaré como un perro hasta que me avientes, porque ya no me va importar el empujón.
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