Si digo que no puedo demostrar lo fina literaria, porque me fallan los ovarios, porque me friega llevarme a Monterrey en las maletas, y me pesan las botellas que derramo en la mesa, donde tengo las canciones, los papeles, los cuentos y las fotos de mis ratas. No puedo, pero ahí voy, segunda rata que se va, porque le pesa Monterrey, aunque ya me sienta a gusto, apapachada, querida y con la barriga hacia arriba acostada en una hamaca, no puedo, y que don Jorge no me contesta y no me dice nada del diseño editorial, de cómo quedó la entrevista, y no sé qué hacer, cuando me vaya y esté allá, con un fólder en las pezuñas esperando a que me digan que no hay oportunidades de una beca y que no necesitan maestras de español, me da miedo la nostalgia, llorar en inglés para que me entienda alguna china despistada que hable peor que yo el idioma, y se trague mi arroz con leche en mi única taza. Tengo miedo de dejar una parte de mi Monterrey que apenas se infla de rancho globalizado, de vivir hasta los treinta en casa de papá, de dejar de ver a los simpsons en español, de rodear tanto para decir que te quiero, y del cotorreo que me aviento cada que hago un chantaje emocional. Y ahí voy, segundo agente secreto, de maletas con destino a Canadá de fina literaria. |
Monday, May 16, 2005
Fina Literaria
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