Sé que la muerte también desea. Deseo un litro de chocolate, con una cuchara grande, sentarme abierta de piernas en un escalón, platicar con quien me sienta agusto-el silencio-, dejar mi pezuña descalza, aun así si hace extremo frío, y permitir que lloren las muñecas de las manos, mientras llego al fondo de un litro de nieve de chocolate.
Ahora me permito porque merezco partir