Y María se moja las ganas en el café…
tres cruces, una en la frente, la que más dolió;
otra en el pecho, la que le mató y otra en el noticiero…
Mecano
Ya se están cicatrizando las tres cruces, ya sólo me duele el ojo hinchado, las rodillas moradas y el labio partido por el chingazo de anoche, todo sanado desde antes por los besos de S. (alias cadillo). México ya no huele a Salvación, México ya no es recuerdo de cabellos largos y labios gruesos, México es México de sí y México ya no es pretexto de seguir andando entre maletas. El primer golpe, ni siquiera lo recuerdo a no ser por la voz asustada de V. ni siquiera sabía que el cuerpo se me desconectó y fue a parar al suelo sin mi permiso. Necesité agua fresca como cuando sentí su cuerpo a distancia del mío en el cuerpo de alguien más, no pude beber como aquella vez, me ganó el cuerpo cansado de llanto y me quedé en la cama en un colapso más voluntario. El otro fregazo, lo pude prever en el subway, lleno de manos de apoyo y alaridos de ambulancia; como cuando papá me dijo: ya no te quiere mija y me abrazó como sabe un padre hacerlo y se curan las heridas y se respira y uno ya no se siente solo. Gracias a la última cruz, la del conocimiento de no saberse engañado, esa no necesité más cura que la pura lógica, como sé que los moretones que aquí viven por ahora, se irán en menos de una semana, así sé que el amor vuela a otro lugar, tal vez fuera de México. Por ahora se cierra el 33 y los cruces de navaja dejan de arder al tres por tres.
Pd. Gracias por lo dulce