Una noche de Semana Santa, un tequila abierto, la conversación sobre la mesa, la música norteña después que se acabó el baile. Y… esas profecías que se vuelven realidad cuando el corazón se despelleja a tragos contando a tu lado con los buenos amigos:
“He probado otros besos tratando de olvidarte un poco, pero termino pegado a tus labios no te puedo dejar. Porque me aferro a este amor que me hiere que no puede ser. Porque me aferro a tus brazos queriendo alcanzarlos si no voy a poder… pero me gana la costumbre y vuelvo a tus brazos, aunque ya no sienta amor” Intocable-Costumbre.
“Por eso a mí me va y me vine que tengas otro amante, mientras me hagas el favor” Sepa la bola…
“y yo que te deseo a morir, no importa que está sea la última vez…” jeje, siempre la tocan en bodas y no sé ni de quién es…
“puedo ver en tus ojos que en mi pasado y en mi presente estás tú… Fue tan sólo ayer cuando te conocía, y tu sonrisa desde entonces me embriago… “ No es norteña, pero es de el buen Beny Ibarra.
Y las noches son tan cortas cuando se toca al amor con cada dedo, y las noches también son tan cortas cuando se habla de amor y desamor con los amigos… y pa’ olvidar… nada más me hace falta comer pizza, refresco y escribir:
Almendra despertó sobre el pecho de Loy, escuchaba quieta y silenciosa, la mecánica de su corazón, una rebelión de dragones era lo que salía del pecho de él, una rebelión en donde ella sólo era un espectador. Amar a Loy no era lo mejor para Almendra, pero estaba ahí, en su cama, en sus brazos, escuchando la mecánica de su alma… (Fragmento del último cuento que he hecho)