Friday, June 08, 2012

Amores regios


Era un chico lindo, con las manos de una mariposa y el pene metálico como una lata de veneno para insectos. Me gustaba verlo machacar la pulpa de los jovencitos de la cuadra a la menor provocación. A todas las jotas les agradaba.  Lo invité a casa y le puse un vaso con hielo y whisky. Se zampó todo lo que le serví. No hubo pretexto para acercarme a él, cuando me llamó: “Escultor, escúlpeme a mí”. El chico sonrío y se divirtió un rato conmigo como si fuera como los demás chicos a los que fumigaba. Vimos el televisor con el rabillo del ojo, mientras lo aplastaba con mi cuerpo como una cucaracha. Me hizo prometerle que le haría una escultura, mientras lo atravesaba. Era un chico lindo. Uno de esos que solamente puedes acabar haciéndolos piedra para que siempre viva dentro de ti. Y así lo hice, después que machaqué su propia pulpa como él lo hizo con los demás chicos de la cuadra. 

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