De la serie Hule Chick
Puedes mandarme a volar
Por Isadora Montelongo
Puedes mandarme a volar
Por Isadora Montelongo
El carajo está muy lejos, y Rubén me ha mandado a tripearme ahí. ¿Quién se cree? Yo inventé el carajo desde el primer hasta el último puto habitante. Hay cosas que los hombres no se dan por enterados y por eso se ven tan estúpidamente redundantes.
Puedes mandarme a volar, le dije, mientras se deshacía en gritos y mentadas de madre, puedes mandarme a volar, dije, mientras aventaba cosas y mi ropa y retratos volaban hacia afuera de la casa, puedes mandarme a volar, babeándome tus éxitos y tu buen trabajo, maldiciendo lo mala perra que soy, lo ilógico de mis actos y la vida rutinaria que no me queda a tu lado, puedes mandarme a volar cualquier día de estos y qué mejor que sea hoy, hoy por fin te decidiste al regreso de tu pequeña junta de ejecutivos con trajes y corbatas que ahorcan hasta el glande, donde han colgado tus diplomas y certificados de ejecutivo de calidad, si para ser una res tan grande, hay que colgarte muchos certificados para que puedan cubrir desde tu nombre hasta la última letra de tu apellido, el señor importante, el imperio donde cae Dios y te presta su máxima atención. Quédate con tu vida de días sobre el calendario y un domingo de descanso, quédate con tus tarjetas que se salen de tu billetera, quédate con todo, con el tiempo de oficina de 24 horas, quédate quédate quédate por que a mí no me va la vida que tú haces y puedes mandarme a volar, porque yo si tengo alas y puedo volar hasta más allá del carajo.
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