Continúa así…
Odio esta presencia de lo individual, odio pensar que el mundo no vale la pena cuando lo veo en sus diminutos, cuando lo personifico, porque cuando lo veo en conjunto, para mí vale la pena seguir dando pasos, seguir dando puños…
Mi punto es… no me gustó ponerme ahí, sentirme atacada, acorralada por un ser querido, dañada, entender que su conciencia no es conciencia, que el respeto, no es respeto, sino una simple forma de pensar en cadenas. Y yo para él, siempre fui una maldita estúpida cadena, que no dejó de repetir que era un algo emo, una completa psycho, una histérica quien no es culpable, una perturbada. Me cansé. Me cansé y lo dejé en la parranda.
No es fácil cargar un cuerpo ebrio, no es fácil vaciar tequila en botellas de cerveza y andar bailando, no es fácil, pero muy divertido. Si la luna, parecía muy llena y cachetona, era porque íbamos a juntarnos, el Apocalipsis, en un callejón. Dos morras nos sacaron pleito, porque vieron a la muppetilla muy borracha, Malvina del mal, porque el mal lo tiene desde chiquilla, me dio su bolso con todo y lo que nos quedaba de botella: no iba a dejarla sola, obvio, si ya tenía yo ganas desde el martes por la noche de seguir pateando rostros, por el simple eco, por el simple eco de violencia emocional que se me había quedado. Adrenalina, un tránsito en la esquina y ni nos pelaba, muppetilla cayéndose de los brazos del muppet y Miss Mal y yo, esperando a que se nos rompieran en la cara. No le temo a los golpes del cuerpo, sólo a los golpes emocionales, tengo la nariz roja por un golpe de hace tiempo. Malvina es toda una puma, jamás perdió la postura sexy sobre sus botas con tacón, yo, yo sólo sé tirar golpes cuando estoy muy harta. Y cuando me gritan pendeja. La verdad las pararon, los vatillos las pararon, y ya no pudimos terminarlas, llegamos a seguir la pachanga y el continuar así con los amigos, con la banda a la que le cuentas y te dice, sólo, amiga, te queremos, y sabemos quién eres.
Odio esta presencia de lo individual, odio pensar que el mundo no vale la pena cuando lo veo en sus diminutos, cuando lo personifico, porque cuando lo veo en conjunto, para mí vale la pena seguir dando pasos, seguir dando puños…
Mi punto es… no me gustó ponerme ahí, sentirme atacada, acorralada por un ser querido, dañada, entender que su conciencia no es conciencia, que el respeto, no es respeto, sino una simple forma de pensar en cadenas. Y yo para él, siempre fui una maldita estúpida cadena, que no dejó de repetir que era un algo emo, una completa psycho, una histérica quien no es culpable, una perturbada. Me cansé. Me cansé y lo dejé en la parranda.
No es fácil cargar un cuerpo ebrio, no es fácil vaciar tequila en botellas de cerveza y andar bailando, no es fácil, pero muy divertido. Si la luna, parecía muy llena y cachetona, era porque íbamos a juntarnos, el Apocalipsis, en un callejón. Dos morras nos sacaron pleito, porque vieron a la muppetilla muy borracha, Malvina del mal, porque el mal lo tiene desde chiquilla, me dio su bolso con todo y lo que nos quedaba de botella: no iba a dejarla sola, obvio, si ya tenía yo ganas desde el martes por la noche de seguir pateando rostros, por el simple eco, por el simple eco de violencia emocional que se me había quedado. Adrenalina, un tránsito en la esquina y ni nos pelaba, muppetilla cayéndose de los brazos del muppet y Miss Mal y yo, esperando a que se nos rompieran en la cara. No le temo a los golpes del cuerpo, sólo a los golpes emocionales, tengo la nariz roja por un golpe de hace tiempo. Malvina es toda una puma, jamás perdió la postura sexy sobre sus botas con tacón, yo, yo sólo sé tirar golpes cuando estoy muy harta. Y cuando me gritan pendeja. La verdad las pararon, los vatillos las pararon, y ya no pudimos terminarlas, llegamos a seguir la pachanga y el continuar así con los amigos, con la banda a la que le cuentas y te dice, sólo, amiga, te queremos, y sabemos quién eres.
Alguien que vale mucho la pena.
Y eso me hace volver a sonreír. Estuvo muy chido chiquillos.
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