Zacatecas 2008.
Estuvimos hablando en esa habitación de hotel. Estuvimos hablando del pasado. Dicen que llegas a conocer a una persona que conoce seguramente a otra que tú conoces. Yo digo que es algo más… que es la fuerza que tenemos dentro, que es lo que queremos y que arrastramos hasta lo último. Me pasó muchas veces, en Canadá, en Monterrey y en Guadalajara. Siempre había alguien que le conocía. A veces no llego a terminar de admirar lo mucho que podemos querer a alguien, lo icónico que se vuelve una persona para nosotros, la huella inmortal que se hace en uno. Salvador fue esa persona, con él conocí o me sentí muy feliz... He comenzado a viajar y ya no es para curar y cuidar la cicatriz que dejó en mi alma, esa, nadie la va a curar, me queda para saber quién fui yo, cuando amé tan suicidamente por muchos años.
Escuché todo lo que me dijo en esa habitación de hotel, escuché comprendiendo todo. No dije nada, me dio gusto, un chingo de gusto, que estámos sin vendas negras en los ojos, que estámos bien fuertes y renovando nuestros caminos. Hay personas que te hacen feliz, que te aman, que te inyectan de besos en el día, que no están dispuestas y se van, cuando creías fervientemente que se quedarían. Es bueno y sano decir adiós, a ellos yo ya les digo adiós, los respeto, pero ya no los quiero como parejas, les digo un total y rotundo adiós, porque no puedo ofrecer nada, que nada pretendo, que no hay futuro sino se quiere. A veces uno se da cuenta que no quiere ser esa mujer eterna, que prefiere ser esa que camina por una calle empedrada, debajo del sol colonial y se encuentra con una sonrisa jovial y ojos oscuros y profundos. Sé que regresaré a Zacatecas por esa misma sonrisa, por esa que quiero que dure hasta que nos dure.
Estuvimos hablando en esa habitación de hotel. Estuvimos hablando del pasado. Dicen que llegas a conocer a una persona que conoce seguramente a otra que tú conoces. Yo digo que es algo más… que es la fuerza que tenemos dentro, que es lo que queremos y que arrastramos hasta lo último. Me pasó muchas veces, en Canadá, en Monterrey y en Guadalajara. Siempre había alguien que le conocía. A veces no llego a terminar de admirar lo mucho que podemos querer a alguien, lo icónico que se vuelve una persona para nosotros, la huella inmortal que se hace en uno. Salvador fue esa persona, con él conocí o me sentí muy feliz... He comenzado a viajar y ya no es para curar y cuidar la cicatriz que dejó en mi alma, esa, nadie la va a curar, me queda para saber quién fui yo, cuando amé tan suicidamente por muchos años.
Escuché todo lo que me dijo en esa habitación de hotel, escuché comprendiendo todo. No dije nada, me dio gusto, un chingo de gusto, que estámos sin vendas negras en los ojos, que estámos bien fuertes y renovando nuestros caminos. Hay personas que te hacen feliz, que te aman, que te inyectan de besos en el día, que no están dispuestas y se van, cuando creías fervientemente que se quedarían. Es bueno y sano decir adiós, a ellos yo ya les digo adiós, los respeto, pero ya no los quiero como parejas, les digo un total y rotundo adiós, porque no puedo ofrecer nada, que nada pretendo, que no hay futuro sino se quiere. A veces uno se da cuenta que no quiere ser esa mujer eterna, que prefiere ser esa que camina por una calle empedrada, debajo del sol colonial y se encuentra con una sonrisa jovial y ojos oscuros y profundos. Sé que regresaré a Zacatecas por esa misma sonrisa, por esa que quiero que dure hasta que nos dure.
No quería regresar...
m encantaron las gorditas doña Julia...
hace frío, todavía?
cuando puedas llámame, qe como dice Saenz, mi soledad y yo no nos llevamos bien sin ti.
ya te extraño : (
que todo vaya bien en la feria del libro : )
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