Pues ayer le escribí a Lu con un correo mega lindo y tierno, cosa que no suelo escribir... razones, muchos pretextos, y la imposibilidad de que mis ojos regresen a eso... a esas tardes de verano de preparatorianos, que se empujan en el camino, que se ven directamente a los ojos, y la sonrisa de ellos es una calca que es particularmente asidua en ellos. El te quiero. Ayer contestó una niña su celular... quise mandar todo a la chingada y casi cuando iba a llorar... pensé que estaban analizando las cosas mis sanguinolentos ovarios y no yo, Isadora, esa que es seria y leal, que se cansa de hacer la voz chillona y sociabilizar cuando sólo quiere estar viajando y/o leyendo.
Afuera en el metro. me dijo Josi... que qué buscaba, y realmente busco algo serio, firme, con seguridad... un saber que aunque ya no es infinito, sí me llena de sorpresas. Contesté ahora sí el teléfono con muchos ovarios sanguinolentos, ella me dijo que el cel, lo había dejado cargando y lo olvidó, le pregunté que quién era. Tenía tiempo de no escuchar su voz, era su hermana. Por cierto muy amable y buena onda como siempre (recuerdo que llegó con un pastel de las delicias y nos convido, qué persona tan más dulce, je, suelo pensar que las personas que te convidan pastel son tan suaves y lindas).
Josi tiene razón, y yo también la tengo... casi no he soltado los caballos de mi corazón y pues ahora están semi heridos, por correo tan desabrido y de falta de lo sagrado que me envió Lu. Pero al soltar mis caballos, al ver a esos preparatorianos tomarse de la mano, recién yo bajaba del auto y al estar casi a las once de la noche platicando a las afueras del metro sobre mis sentimientos con Josi, me siento que hago lo correcto. Que estoy en pie, esperando que sea lo bueno, porque no queda otra cosa que pueda pasar. Realmente, soy una persona buena... que algún día encuentra a alguien que me acompañe en nuestro camino.
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