Derecha e izquierda, realmente la dirección es muy importante. Ayer en el poker repartí las cartas a los invitados comenzando por el lado izquierdo, Erick, me dijo: Isa… las cartas se reparten siempre por la derecha. ¡Shit! La verdad es que cuando intenté pasarle el churro a César se me quedó la idea de la izquierda. César me dice: Isa, siempre comparte hacia la izquierda, ¿por qué tienes que ir en la dirección de las manecillas del reloj? Resistencia, ve hacia la contra, ¿para qué ir donde van todos? Francamente la vida tiene sus direcciones, para la comunidad del Chac, la izquierda es una referencia del estilo de vida, del estilo de mover la aguja y pintar sus ideas, que a veces no aprecia la gente, al fin y al cabo tatuador y poeta desde la esquina izquierda. Por su parte, Erick me entrena en jugar poker para despelucar a la raza por los próximos fines de semana. De verdad, esto de conocer estilos de vida no importa si dirigen sus pensamientos del lado derecho como los católicos o del izquierdo como los ortodoxos, siempre llego a encontrar gente rara y confundida, no importa qué dirección tome: derecha o izquierda, siempre habrá un lugar a donde llegar, un estilo más de vida por interpretar y un montón de raza con la cual se podrá platicar.
Desde su izquierda César, Jovan, el chico de Matamoros, Mary de Acapulco y Net, platicamos de la vida en edificios, de la vida en esa azotea donde he pasado mis últimos viernes, en donde converso de polaca, de viajes, y tierras lejanas, de teatro, narrativa y poesía y de un complejo amor por mi niño greñudo, que me tatuará esa leyenda en mi pecho: Nunca voy a morir.
Desde su derecha, por otra parte o por complemento, Erick, Bety, Ricky, Miriam, los vecinos lejanos, Priz y Jorge, nos introducimos en el placer del juego y la apuesta todos los sábados, una rutina que es difícil de dejar. La apuesta, porque en la vida hay que apostar.
Desde su izquierda César, Jovan, el chico de Matamoros, Mary de Acapulco y Net, platicamos de la vida en edificios, de la vida en esa azotea donde he pasado mis últimos viernes, en donde converso de polaca, de viajes, y tierras lejanas, de teatro, narrativa y poesía y de un complejo amor por mi niño greñudo, que me tatuará esa leyenda en mi pecho: Nunca voy a morir.
Desde su derecha, por otra parte o por complemento, Erick, Bety, Ricky, Miriam, los vecinos lejanos, Priz y Jorge, nos introducimos en el placer del juego y la apuesta todos los sábados, una rutina que es difícil de dejar. La apuesta, porque en la vida hay que apostar.
No comments:
Post a Comment