A S., mi vikingo no mío, con lo que mito es, mi infinito amor:
Mi garganta necesita un buen pasajero, ni una palabra, ni un silencio, ni un eco con maletas o sin ellas para viajar ligero; mi garganta necesita Tequila para acompañar unas lágrimas sin color, porque no recuerdo la sangre viva con la que te quise. Y te fallé en no ser tan masoquista, porque si tú morías, yo iría en tu barco vikingo junto a tu cadáver porque nada de caso tenía seguir en la orilla del mar. Y como bruja ardería con el mismo fuego de leña que tu hermoso cuerpo. Y en tu partida te dedico mi garganta con un único pasajero, mi último trago por ti. Porque he vuelto a sentir la sensación de ansiedad, de temblor en el corazón y la alergia del mundo feliz, una sonrisa que él pone en mis labios.
1 comment:
Ay María Montelogo, usted y sus eternos retornos. La prueba más tangible de que Nieztche no se equivocaba.
Cuidese chamaca.
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