Nadie me ha roto más el corazón, que el destino.
Y se me fue la fe.
Ayer el cielo tenía nubes rosadas, casi rojas haciendo sombra al cerro de la silla. Y yo amo a Monterrey, porque lo aprendí a amar. Whatever you are.
Ya no soy viento,
Ya no soy vecino,
Ya no soy vendible,
Ya no soy, y tanto que le pregunté a Ricky sus sueños, tal vez, porque hoy se me fueron los míos tirados en el suelo de la cocina, tanto que abrazo a alguien que no está enamorado de mí, tanto porque me conformé con el vacío y quiero un tenedor atravesado en la carne, en el chicharo que quedó por corazón, porque hoy veo sólo escoria, carne viva que se va pudriendo dentro del refrigerador, ratas en las sartenes ruñiendo con sus dientes lo que era un teflón, en donde todo se resbalaba, cochambre de grasa en la cabeza, y en todo el día no he podido cerrar los grifos de agua en mis ojos, y con tanta sal, me vuelvo carne seca y me faltan huevos para ser del norte, de ese norte donde se guisa el machacado. Que se me sale la vagina y quede impotente, que se me quede sin sazón la sangre para que no haya vampiro que la pruebe y que me muera mi yo, para terminar de cocinar la cohambre de la culpa, del dolor, de la mierda, de la estúpida y maldita falta de fe.
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