Yo soy su antihéroe. La miré feliz, esos ojos negros le brillaban mucho más que a cualquiera en ese ruta 23. Yola, me muestra sus zapatos blancos, regalo de una amiga de ella, me comparte su d2 experiencia, por dura y dulce. Y yo, la miré feliz, feliz con su antihéroe que así se denomina por boca propia. Ya no sé si mi vikingo existe, pero el que recuerdo me hizo muy muy feliz, ¿y me cansé de decirle que qué ojos tan bonitos tienes? Nunca me cansé. Y la amnesia se me fue, y aunque ni le dije “te amo”, sí amé. Lo he vuelto a soñar sin su cabello largo, lo soñé antes del miedo:
¿vivir la vida, mi vida?
Ese día iba a trabajar toda la noche, El Irish me acompañó hasta la última estación, realmente no quería ir sola, por qué, porque a veces el miedo me amarra y no puedo andar en metro o en el camino. Como ahora me amarra con mis hilachos de trapo que salen de mi vestidura de rata de trapo, ni si quiera llego a muñeca de trapo, soy como mi rata de trapo que Juan me compró en esa empresa Suiza y que la miro y me hace feliz. Tengo miedo a que me pague la renta, tengo miedo a que me lleve a comer el fin de semana a esa comida Tailandesa que esta en Bathurst, tengo miedo de despertar y que le mienta mientras tengo su mano en mi seno izquierdo, tengo miedo de ser un pinche trapo que lo ensucie todo.
¿Qué voy a vivir sino su vida? Mientras ande en el metro, mientras extrañe mi Norte, mientras me de cuenta que estoy incapacitada, mientras miro sus grandes ojos claros sin poder reflejarme, más mierda que un cuadraplégico (sin ofender a los cuadraplégicos).
No puedo andar hacia adelante, hacia atrás, quiero salir del camino, aunque se caiga. Llevarme a mi rata de trapo suizo conmigo, amarrarla a mi colmillo de leche y no dejarla salir en un mordisco, porque sólo yo vivo mi vida.
Miedosa dando patadas de ahogada, bien conocida como rata guerrera de trapo, je.
No comments:
Post a Comment