La lluvia, a veces, es el lamento tortuoso de Dios. Otras, es el semen que alimentará a la tierra.
Y me siento en la mecedora de casa y aun espero ver salir al hombre pájaro del cerro del Topo, para luego escuchar esa tenebrocilla voz que tenía mi abuela de viva. Y la escucho tintinear su vocecilla por las noches, cuando espero al hombre pájaro salir del cerro del Topo.
El hombre volador sale después de la lluvia, siempre decía mi abuela, que cuando bebe abundante agua, sale inmediatamente a ver la ausencia de gente por las calles, cuando corre por la lluvia con sus paraguas, porque nadie voltea al cielo sin cerrar los ojos cuando llueve.
Y me acomodo en mi mecedora, escuchando la siniestra voz de mi abuela. Difunta ella, toda difunta, observando al cielo, porque a los muertos no les entra el agua por los ojos, paciente, esperando al hombre pájaro...porque la lluvia es el lamento tortuoso de Dios.
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