Cuando habla, es una bola de fideos. Después de todo me queda la duda si influyó. No lo sé.
Una bola de fideos y cuando despierto, el malestar ya no es tan fuerte y miro y lo mejor que tengo es que sé de la paz y que quiero a la gente, a pesar que en ocasiones son completas y bien hechas mierdas, tambíen me apunto, y lo mejor, es cuando me digo, sí, sí la quiero, a la gente, no importa cuán gacha puede ser. La quiero. No hay más, la quiero.
El odio es muy desgastante, el amor no tanto.
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