El hacha va asaltando cada uno de mis huesos, los va curtiendo uno a uno, se astillan, la espalda se me dobla. Duele. Me reduzco en piezas atravesadas por la hoja del hacha.
-Qué poca madre chamaquita, cuentera. Llénese de algo más que la fatalidad que ponen los días. El astío no siempre es de tinta gris.
El hacha resvala por la espalda, atraviesa el esternón, cuaja el golpe.
- estragos
Brilla el cuerpo, ¿cuántos pasos se dan con una brillosa hoja de hacha?
-varios más. Déjese de líos. quien quite y encuentra al Mago de oz, no es la única con un hacha.
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