Vas a la carnicería que está por la casa de la cultura y me traes un kilo de tripas y otro de chicharrones. Inolvidables partes de puerco que se aglutinaban en nuestras sabias y concupiscentes bocas. Terminaba de revolver agua y tierra, lodo y sal, me daba hambre e iba con los tíos de la Dino, a comer y a patinar en el piso de la carnicería. Lo que más amaba de la escultura era que después de salir de ahí comía tripas y chicharrones. Si te vienes en avión es más difícil que pases las tripas. el chicharrón puede, pero las tripas son difíciles. Al final le da igual si me echan a los perros por unos putos y deliciosos chicharrones, total, no sería la primera vez que me paran en la aduana por llevar comida mexicana. La última me quedé esperando a Diana, que llevaba unas tortillas para Suecia, yo llevaba toda una carga de dulces de Linares y carne seca que le repartí a esa amiga que hice en la sala de espera. Pobres perros nos veían con mirada de tristeza, mmm mexican food, decían los gringos y es que mi aventura siempre ha comenzado con la comida y el viaje, también la taza de los baños. Tripas Y chicharrón, tripas y chicharrón, tripas y chicharrón, tripas y chicharrón, si me muerden los perros no importa, si te atacan los negros no importa, si te tragas uno de mis chicharrones te mato. Lo importante no es que a uno lo maten, sino que después de muerto lo tiren en una zanja. Si mis tripas llegan mordisqueadas es sacrilegio. Pero después de todo eres bienvenida, amiga. De las tortillas ya no supe nada, creo que llegaron bien a Suecia. De las glorias y los dulces de linares, le encantaron al paladar de franceses, chinos y canadienses. De las tripas y chicharrones ahora es una nueva misión. Domingo en Texas con un kilo de chicharrón y uno de tripas.
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