No puedo escribir si estoy triste, no puedo pensar si sus correos me ocupan el pensamiento y las palabras. Aunque tenga que quemarme las vísceras, cortarme el espìnazo, arrancarme los dientes y descalcificarme las uñas, aún sigo adelante con mis propósitos, hoy, ya no tengo corazón. hoy soy cerebro.
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