Dedicado a D. T
Desde niña le temía a las tazas de los baños a ese agua que en ocasiones pensaba que se derramaría o en peor caso por una soberana fuerza absorbería todo lo que se posara sobre ella, que se tragara mi posadera, esa debajo donde se bifurca la columna, que me diferencia el sexo. Y de sexos, otra fobia, primero el deseo, de caer en el vacío como ya antes lo he dicho, en la incompleta lógica que no completa a calmarse por la razón. El mero placer del ser corpóreo, de ser un amasijo de carne viva, de dejar ser mundo entero y cotidiano. En este caso, mujer. Mujer que me da miedo, “ser o no ser”, inteligencia de pavor que supera lo que pienso, que separa las venas de la sangre, el texto del contexto, la pelusa de la ropa, la comida de la baba, pero la inteligencia de la belleza nunca. Mujer, mujer que me da miedo ser. Si fuera reencarnación, no sería taza, no sería sexo, ni podría ser mujer sin ser mujer. Gracias genoma yy.